Myriam Piguet, Ginebra (Suiza)

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Myriam Piguet obtuvo el diploma del Bachillerato Internacional en 2011 en la Mutuelle d’Études Secondaires de Ginebra. Tras haber estudiado Historia en Bélgica y Dinamarca, y haber trabajado en el ámbito del periodismo en Bélgica y Francia, actualmente es doctoranda en Historia de las Organizaciones Internacionales e imparte clases en la Universidad de Ginebra. 

¿Por qué decidió estudiar el Programa del Diploma?

Myriam

En el colegio, atravesé serias dificultades cuando tenía unos 15 años y, a pesar de estar motivada, el sistema suizo no me daba la posibilidad de continuar en una dirección que me permitiera acceder a estudios superiores. Era demasiado revoltosa y tenía dislexia. Fue entonces cuando me pasé a la Mutuelle d’Études Secondaires. Desde el principio, el programa del IB resultó ser la mejor opción tanto para mí como para mis padres (comparado, por ejemplo, con el sistema educativo francés), pues le permite a uno centrarse en las asignaturas que más le gustan.


¿Qué consejos daría a los alumnos actuales del IB?

Escoger las asignaturas que más disfruten. El IB permite escoger entre un amplio abanico de asignaturas, que varían según el colegio, y no se limita a las de ciencias o las de literatura. Así, yo decidí cursar el Nivel Superior de las asignaturas de Historia y Artes Visuales. Hoy en día hago un doctorado en Historia y creo que estas dos disciplinas me han enseñado mucho, sobre todo Artes Visuales, donde los alumnos tienen que crear proyectos durante un largo período de tiempo para el examen final.

 

¿En qué modo ha influido la experiencia en el IB en su persona, su carrera o sus creencias?

En la actualidad trabajo como profesora asistente en la universidad. El IB y la Mutuelle d'Études Secondaires me han inculcado la independencia y la benevolencia. Por otra parte, considero que el IB me preparó muy bien para la universidad. Me gradué en la Universidad Libre de Bruselas, en Bélgica, un país que no conocía de antemano y, sin embargo, me adapté muy rápidamente al sistema belga. Seguramente se debe a que los programas del IB enseñan justamente eso a los jóvenes: la adaptación. Creo también que ayudan a abrir la mente.


¿Qué es lo que más recuerda de su experiencia con el IB?

Para mí, la mayor ventaja del IB fue la posibilidad de hacer varios exámenes del PD con año de antelación. Como el colegio había sido a veces fuente de estrés, esta opción me permitió trabajar más serenamente. Por lo tanto, pude hacer el examen final de Biología (una de las asignaturas más difíciles, al menos para mí) al final del segundo año.

Los mejores recuerdos son, sin duda, las largas horas pasadas en el taller de arte trabajando en mis proyectos. Si no recuerdo mal, durante el segundo y el tercer año tenía ocho horas de clase de Artes Visuales por semana. Era genial. No obstante, tras obtener el diploma del IB, decidí cambiar de trayectoria. A pesar de todas las horas que me pasé pintando en vez de escribiendo ensayos, estaba igual de preparada que mis compañeros cuando comencé mi grado de Historia y no tuve por lo general ninguna dificultad. Por último, me gustaría decir que estoy inmensamente agradecida al IB, pues no creo que hubiera podido terminar mis estudios de secundaria en otras condiciones.